Timoshenko Chávez, es un viejo amigo que no es igual que un amigo viejo. En todo caso, en sus dos versiones, es un hombre que encarna la historia viva de Manta por su legado en varias facetas, las más conocidas, como consumado deportista y activista comunitario, amén de su incursión en el periodismo y en la fotografía.
Timoshenko arribó este 18 de febrero a sus 80 años más lleno de vida que muchos, irreverente muchas veces y, por lo mismo, temido y querido; es en esencia, un personaje al que hay mucho que envidiarle y del que hubiésemos querido emular al menos una parte de la huella que ha marcado y sigue dejando.
Cuando hacía mis primeros pininos en el periodismo a principios de los 80, compartí por algún tiempo con Timoshenko, ambos como reporteros del desaparecido diario El Sol, para entonces, él ya era un veterano en muchas cosas: solo bastaba mencionar un tema citadino para que este hombre de nombre ruso, pero más cholo que el mismísimo Joselías, nos revelara con impecable memoria tal y como se dieron los hechos con nombres y apellidos.
Y no deja de sorprendernos Timoshenko, sigue dando guerra en las canchas y en las redes sociales, áreas en la que mucha gente de su edad literalmente ha decidido colgar los botines y más en esta última donde la tecnología los abruma.
Y en ese afán de no dar su brazo a torcer, ahora Timoshenko le ha dado por desempolvar sus archivos, los digitaliza y los postea para mal de los desmemoriados de conveniencia o para bien de los que desconocen la historia de Manta, un pasado que no sólo lo conoce, sino del cual ha sido protagonista de primera línea.
Felicidades apreciado compañero, hermano y amigo.
