EES-Noticias
Por Marco Tulio Serrano
Cuando se trata de invertir y beneficiarse de la innovación médica para hacer frente a la COVID-19, Suiza se ve atrapada entre la práctica establecida y la solidaridad mundial.
La economía del país alpino y su (autoproclamada) identidad como motor de la innovación dependen, en gran medida, de los derechos y beneficios vinculados a las patentes. Y Suiza tiene el mayor número de solicitudes de patentes per cápita de Europa, gran parte de ellas, en el campo biomédico.
Por eso, los llamamientos que durante la crisis del coronavirus han realizado los defensores de la salud y algunos gobiernos para que la protección de las patentes se suavice y así resulte más fácil acceder a los medicamentos y a las vacunas han causado cierto malestar en Suiza.
A medida que más países respaldan un régimen de patentes más flexible para la COVID-19, Suiza se enfrenta tanto a la industria como a la solidaridad mundial.
El Gobierno suizo apoyó una resolución de la Asamblea Mundial de la Salud, celebrada en Ginebra la semana pasada, que pedía “la puesta en común voluntaria y la concesión de patentes para combatir la COVID-19”.
Otros llamamientos para anular o eliminar por completo las patentes mediante la concesión de licencias obligatorias, licencias abiertas o la denominada “vacuna popular”, sin embargo, no han sido tan bien recibidos.
Gaétan de Rassenfosse, profesor de Innovación y propiedad intelectual en la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), ha revelado a swissinfo.ch que “Suiza se toma muy en serio los derechos de propiedad intelectual y no va a debilitar el sistema tan fácilmente”.
Si bien el debate mundial se centra en la crisis actual, la ruptura de las posiciones consolidadas y las leyes sobre la protección de patentes podrían dar el pistoletazo de salida al debate sobre las patentes en otras áreas (como el cáncer y las enfermedades raras) en las que los precios se han vuelto prohibitivos para algunos sistemas de salud pública.
“Entre los líderes de la industria percibo una verdadera responsabilidad. No queremos echar a suertes quién recibe nuestros medicamentos y nuestras vacunas”, ha declarado Thomas Cueni, el director general de la Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones Farmacéuticas (IFPMA), con sede en Ginebra.
Cueni, señala que los dirigentes de las empresas farmacéuticas suizas son conscientes de que la demanda de nuevos tratamientos y vacunas podría superar a la oferta, pero que lucharán enérgicamente contra la pérdida de la protección de patentes.
En su lugar, las empresas exploran la posibilidad de conceder licencias voluntarias y los mecanismos existentes, como el Banco de Patentes de Medicamentos, que se centran en el acceso de los países más pobres, como parte del “arsenal de opciones para hacer accesible cualquier producto COVID-19”, dice Cueni.
Los gigantes de la industria farmacéutica también esperan evitar las cuestiones sobre patentes incrementando la oferta. Un portavoz de Roche ha explicado a swissinfo.ch que están aumentando la producción de Actemra, medicamento contra la artritis que en estos momentos está en fase de ensayo clínico contra la COVID-19, y que aspira a duplicar con creces la producción de su prueba de anticuerpos del coronavirus, hasta alcanzar más de 100 millones de pruebas al mes para finales de año.
Terreno familiar
En los círculos de la salud pública muchos ven un precedente en lo que sucedió, hace un par de décadas, cuando los medicamentos para el VIH entraron en el mercado.
La exclusividad del mercado mantuvo los precios tan altos que, en la práctica, quedaron excluidos los países menos prósperos (que también eran los que más necesitaban los medicamentos).
En 2001, Roche bajó el precio de su medicamento contra el VIH Nelfinavir un 40%. Y lo hizo después de que el Gobierno brasileño amenazara con utilizar la licencia obligatoria, una cláusula de la ley de propiedad intelectual que permite a los países bajo ciertas condiciones conceder, a los organismos de salud pública o a los fabricantes de genéricos, licencias sin el consentimiento del titular de la patente.