De las actividades económicas esenciales para el desarrollo de Manta, el turismo es un puntal, hoy por hoy desapercibido, por no usar el extremo de desaparecido. La pandemia asoló todo el espectro de negocios que se dedican a este negocio, sin que logre exceptuar a los más grandes y solventes de la grave crisis en la que han caído.
Desde las grandes cadenas hoteleras hasta el último negocio informal que oferta comida tradicional, han visto disminuidos y evaporados sus ingresos, con una reactivación que suena más como una palabra carente de contenidos. En los hechos, los bancos y el sector financiero público no los califican como sujetos de crédito, aspiran de ellos retorno inmediato.
Los consumidores, aparte de seguir con el confinamiento como regla obligatoria, se encuentran desfinanciados, sin empleo y con deudas, situación que pone más ausencias a la oferta y menos recursos para su demanda.
Es una obligación del sector gubernamental tomar iniciativas que se concreten especialmente en financiamiento para reactivar este sector. No hacerlo, significa de manera equidistante, dejar a los pacientes de coronavirus sin cama para su tratamiento urgente. El turismo debería estar en cuidados intensivos y en efecto, no dispone ni de cama.