Por Liliana Mendoza
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La historia del gráfico es tan antigua como la humanidad. Su rastro podemos verlo en las pinturas rupestres halladas en las cuevas de Altamira (España), allí habían reposado por siglos y aunque eran frecuentemente visitadas no habían sido vistas…hasta que un niño por su estatura pudo mirar hacia arriba y exclamó: ! Toros…Toros!.
El gráfico nace de un deseo inmanente en el hombre de comunicar.
Pasan los años y son los egipcios quienes crean los jeroglíficos. Muchos tallados en piedra. Siguieron pasando los siglos y nadie los podía descifrar hasta que Champoleón analizando la piedra Rosseta dio con la clave y al fin se los pudo leer. Los egipcios también inventaron el papiro que lo obtenían de hojas de palma que nacían en las riveras del Nilo.
En 1440 Johan Gutenberg diseña la imprenta y aparece el tipógrafo o cajista técnico en maquetación y ajuste de textos.
Pero qué mejor que recrear parte de nuestra propia historia en el Mercurio de Manta para recordarles a los «cómodos» impresores de hoy como se trabajaba en el siglo pasado.
El Diario El Mercurio de Manta acaba de cumplir 96 años. Revisando la novela «La Casa de Nené» de Santos Miranda encontré este párrafo que me pareció interesante y traído a la medida: «antiguamente para su impresión en el Mercurio funcionaba una maquina «Chandler» que trabajaba con energía eléctrica, y cuando esta se suspendía por los frecuentes apagones: operaba a pedal. Tenía una capacidad de emisión de dos mil ejemplares por día en periódicos tipo tabloide.
Cuando se iba la luz una lámpara petromax derramaba su luz cálida sobre los tipos o caracteres que reposaban en dos chibaletes de madera. En cada chibalete operaban dos personas, las que afanosamente y con mucha habilidad en los dedos, desde entrada la tarde, empezaban a armar la galera de madera, que media sesenta centímetros.
Un buen «Choricero» la armaba en dos horas… A los novatos se los mandaba a limpiar los embadurnados tipos, clichés y fotograbados junto con los rodillos. El componedor era de bronce y servía para rehacer las columnas. Las páginas interiores se las levantaba desde la tarde, pero la última y la primera quedaban en espera de alguna noticia sensacional, las mismas que llegaban por las ondas de la radiotelegrafía o también por la línea telefónica.
Luego se hacia la prueba de la galera, que consistía en mojar el papel calcando a mano la tinta untada sobre los tipos (La tinta se la compraba por galones en el almacén El Globo en Guayaquil).
Don Joaquín Barcia era el «Armador». Tenía que medir el largo de las columnas con una piola que llevaba al cuello…! ¡Nunca le faltó ni le sobró espacio! Parecía que tenía un rompecabezas, o una regla en la cabeza…La corrección se la realizaba página por página…Luego se ajustaba la galera con las «cuñas» Era entonces cuando se aproximada el momento crítico: había que retirar súbitamente la galera para dejar en perfecto reposo y en orden todo lo armado. Luego se volvían a ajustar los tipos con las «cuñas» y se levantaba la «rama » con extremo cuidado…Y si por desgracia un tipo se escurría de la galera y llegaba a caer lo seguían los demás en precipitada cascada de plomo…las letras rodaban por tierra en babélica confusión: era una verdadera tragedia griega: porque había que rehacer todo el trabajo.»
¡Así era antes…! ¡Qué tiempos aquellos! Todo ha quedado en el pasado guardado como en un cofre sagrado que solo vivirá en el recuerdo.
A finales del siglo XX comienza la ERA DIGITAL con las computadoras que permite al diseño grafico ser realizado de manera digital.
Hoy todos incursionamos en esta tecnología, desde la Universidad donde estudié, porque los tiempos modernos se aceleran y el mundo va cambiando y de manera vertiginosa, hoy hasta la educación se imparte por medios digitales.
Pero esto también trae cola…que lo analizare en una próxima entrega.