Por: Alejandra A. Amundarain S.
Correo: alejaicarli1@gmail.com
Cuarentena, una palabra, 10 letras. Temida o aborrecida por toda la humanidad, período de miedo y desesperanza ¿verdad? Y si te dijera que fue lo mejor que nos pudo pasar, que fue la luz al final del túnel que tanto anhelábamos y que, pese a todo pronóstico, la cuarentena de 2020 fue impulsada por el virus que mejoró el mundo.
Aún no me tachen de loca y comencemos por lo más importante, nuestra madre tierra. Índices de polución nunca antes alcanzados, extinción masiva de plantas y animales, calentamiento global: se derriten los polos. Cuando de repente “zas” Pandemia Mundial, todo el mundo a casa, nadie puede salir. Según investigaciones del CREA Las emisiones de CO2 disminuyeron alrededor de un 25%. La vida silvestre comienza a recuperar su lugar, los animales ingresan a las ciudades e importantes canales como el de Venecia tienen agua más cristalina.
¿Siguen creyendo que el virus no mejoró el mundo? Bien. En un hito histórico donde abrazar y besar eran casi un delito, aprendimos el valor que tienen en nuestra vida la familia y los amigos.
El estar en casa 40 días que se convirtieron en varios meses, fortaleció las relaciones entre los miembros del hogar, esto gracias al tiempo libre y desocupado que tenían nuestros padres; siendo de igual forma, la paciencia y resiliencia de los niños una gran lección para los adultos.
También comprendimos que estar sanos física y mentalmente no tienen precio, procurando evitar durante este tiempo el sedentarismo, la mala alimentación y las emociones negativas causadas por la desinformación.
Por otro lado, descubrimos que el amor lo puede todo, y que, aquello que pensábamos rutinario o aburrido le daba sentido a nuestra existencia. ¿Un claro ejemplo de esto? estoy 100% segura que todos nosotros extrañamos las clases presenciales. El encierro nos comenzó a afectar y fue entonces cuando entendimos la importancia de la libertad.
Sin embargo, no todo es color de rosas, y a veces me pregunto si realmente valió la pena. ¿Acaso la muerte de tantos seres queridos justifica la aparición de un virus con fin y procedencia aún en duda? Pienso en la línea cronológica de la pandemia y me cuestiono si se pudo haber evitado su propagación o si las organizaciones pertinentes actuaron a tiempo.
Luego me detengo, porque la cuarentena me enseñó que no debemos engancharnos con el pasado o el futuro, sino con el presente y que cada uno es directamente responsable de las energías, emociones e informaciones que absorbemos o irradiamos.
Por tanto, donde algunos ven aburrimiento, quiero que veamos una oportunidad para innovar, soltar la imaginación y aprender cosas nuevas. Donde algunos ven miedo y estrés, quiero que veamos TikTok como un mecanismo de diversión u ocupación.
Donde unos ven desesperanza, quiero que veamos miles, millones de personas uniendo fuerzas para desde la solidaridad ayudar a los más desprotegidos, siendo mi caso uno de los afortunados. Donde algunos ven soledad, quiero que veamos la oportunidad para reconectar con Dios, la espiritualidad y tu yo interior.
Honestamente no quiero decir que fue fácil o bonito, pero, si les quiero invitar a ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Que dentro de unos años cuando seamos la fuente primaria de información para contar acerca de la cuarentena de 2020 hablemos desde la esperanza y el amor sobre: el virus que mejoró el mundo.
NOTA.- Alejandra Aurimar Amundarain Sánchez, de 17 años, es alumna de los talleres de cuento que dicta gratis el escritor Santos Miranda Rojas los días sábados y domingos en la Sala Mac y Mall del Pacífico.
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